MICHAEL WOODS, EL ATLETA QUE SE PASÓ AL CICLISMO
Michael Woods ha sido el ciclista revelación del pasado Tour
Down Under, pero este canadiense de Ottawa nacido en 1986 no es un ciclista
normal. Detrás de él hay una historia muy curiosa que no dejará indiferente a
nadie.
Woods es un sports
lover, un soñador que no acepta los reveses de la vida y que ha luchado
hasta el final para conseguir su objetivo: ganarse la vida con el deporte.
Rusty (oxidado), como se le conoce, quiso ser jugador de hockey sobre hielo
durante toda su infancia. Creía que su destino era ser extremo izquierdo de los
Toronto Maple Leafs. Cuenta en su blog que
su profesor de inglés le abroncó preguntándole qué era más importante: si el hockey
o los estudios. Él dijo, obviamente, que el hockey. Pero a los 14 años se dio
cuenta de que no tenía el nivel para llegar a la NHL (National Hockey League).
Rusty tardó una semana en decidir que, si no iba a ser
jugador de hockey, se convertiría en atleta profesional. Decidió centrarse en
la media y larga distancia; en 2 años Rusty creció 10 centímetros y perdió 7
kilos. Pronto empezó a despuntar, y a convertirse en la mayor promesa del
atletismo canadiense. A los 17 años ya corría los 1500 metros en 3:42.49 (el
record del mundo es 3:26.00), siendo séptimo en el mundial junior, y a los 18
ganó el oro en los Juegos Panamericanos junior. Todo esto le llevó a conseguir
una beca de atleta en la Universidad de Michigan, una de las más prestigiosas. Éxitos
y más éxitos, bajaba de los 4 minutos en la mítica milla y de los 8 en el 3000.
Pero, como bien sabemos los que corremos, la vida es como una carrera de larga
distancia; puedes estar muy eufórico, muy arriba, y de repente caer en picado.
Llegó el 2007, con 20 años, y todo se truncó. Sus sueños se
derrumbaron. Una lesión por stress en el pie izquierdo se agrandó por el sobreentrenamiento y la mala planificación. Cada vez que salía a correr se rompía. Y
así hasta que en 2011 desistió; ya no competiría más en atletismo. “Fue
realmente duro. No sabía qué hacer con mi vida”, relataba Woods a Cycling News.
“Tras terminar mi carrera como atleta, por un largo tiempo tenía miedo de que
lo que me definiera como deportista fuera lo que hice con 18 años. Eso habría
sido devastador. Siempre quise ser un deportista profesional”, contaba a Ottawa
Citizen.
SUS COMIENZOS CON EL
CICLISMO
Y Rusty Woods probó con el ciclismo, un deporte muy poco
agresivo con los huesos y músculos. Cogió prestada la bici de su padre para
participar en carreras locales y su rendimiento fue increíble. Cuando empezó a
ganar carreras, le seleccionaron para correr en el equipo nacional durante el Tour
de Beuce de 2012, donde terminó vigésimo. “Llamé la atención allí y me dieron
un lugar en un equipo continental para el próximo año”. Woods había madurado y
se tomó este reto con más calma. “El concepto de destino es una mierda. Cuando
te dicen que estás destinado para algo, no saben lo qué están hablando. Me
dijeron que yo estaba destinado a ganar dinero en el atletismo y a hacer grandes
cosas en ese deporte, pero, al igual que con el hockey, nunca sucedió. Así que,
cuando empecé a montar en bici, e incluso cuando la gente empezó a decirme que
tenía una oportunidad de convertirme en profesional, mis esfuerzos anteriores
me enseñaron, a pesar de mi ambición, a ser por lo menos escéptico”.
Imagen de Woods en mayo de 2012 |
En 2013,
debido a una mezcla de recorridos inadecuados y de un equipo muy flojo, solo
pudo volver a despuntar en el Tour de Beuce, quedando noveno en la general. Eso
sí, consiguió un hito que, a la postre, sería decisivo en su carrera. Woods, un
loco del deporte, viajó a Hawaii a romper el record de la subida asfaltada más
larga del mundo, el volcán Haleakala (55,2km al 5%), que poseía Ryder Hesjedal.
Rusty lo logró por 40 segundos, dejándolo en 2:32:26, con una asombrosa
potencia media de 315 vatios para sus 64 kilos. “Romper el record me puso en un
lugar especial dentro del corazón de Vaughters [su actual director en
Cannondale]. Él siguió mi progresión desde entonces”.
Woods durante su ascensión al volcán hawaiano |
Durante 2014, corrió para
Amore&Vita, pero su poca experiencia en las carreras le provocó numerosas
caídas y continuos errores tácticos. Fue una época difícil para Mike. “Durante
los últimos cuatro años, perseguí un único objetivo: llegar a un equipo
World Tour. En pos de ello, me rompí mogollón de huesos, perdí montones de
sangre, sudé más que un gordo en un StairMaster, me morí de hambre como hizo
Christian Bale para El Maquinista, y derramé más lágrimas que una preadolescente
en un concierto de Justin Bieber”, comentaba recientemente en su blog. Sin
embargo, a final de temporada cambiaba su suerte; corrió con la selección
canadiense las clásicas WT de Quebec y Montreal, y en esta última logró acabar
vigesimosexto, junto a ciclistas de la talla de Rogers, Wellens o Bakelants.
Eso le valió para conseguir un contrato con el Optum, el mejor equipo
continental de Estados Unidos. “Vimos que, con su rendimiento en las clásicas
de Quebec, él estaba claramente preparado para competir a un nivel muy alto”,
explicaba Jonas Carney (director del Optum) a Cycling News.
Imágenes que, tristemente, sucedieron más de lo normal en los inicios de Woods en el ciclismo |
Y así fue, porque
en 2015 se produjo su explosión. Comenzó su año en el Algarve, donde fue quinto
en la mítica subida a Malhao contra rivales del World Tour. Después ganó una
clásica portuguesa, una etapa en el Tour de Gila, terminó segundo tras Barbero
en la clásica de Filadelfia y se consagró en el Tour de Utah (carrera con
varios equipos WT). Allí se impuso en un uphill finish ante Colbrelli y fue
segundo en la etapa reina tras Dombrowski, llegando con los ilustrísimos Chris
Horner y Frank Schleck. Woods explicaba su despegue así: “Frecuentemente, en
años anteriores, yo marcaba buenos datos de potencia, pero no me colocaba bien,
así que no importaba. Sin embargo, el pasado año tuve mucho más sentido de
carrera. Sabía dónde necesitaba estar y también el apoyo de un gran equipo hizo
que pudiera ejecutar lo que yo pensaba que era capaz de hacer”. Fue entonces
cuando Jonathan Vaughters, que ya había hablado con él en el Algarve, se
decidió a ficharle para el Cannondale. “Voy a hacer un muy buen dinero y estoy
feliz con el contrato. No es lo que gana un jugador de la NHL de hockey, pero
es más de lo que podría haber ganado en el atletismo”, decía Woods. Por fin
había cumplido su sueño de los últimos 4 años, incluso su sueño de toda la
vida. Próximo objetivo de Rusty: las Olimpiadas de Río, la competición en la
que todo amante del deporte querría participar.
¿QUÉ VA A APORTAR WOODS AL CICLISMO?
Michael (1,80 de estatura y 64 kilos), aunque tenga 29 años, es un ciclista de la nueva
generación; un tío de los que este deporte echa mucho en falta. Comunica bien,
goza de un sentido del humor muy acertado, está un poco loco, ataca cuando
puede (como se vio en el pasado Tour Down Under) y sube todos sus entrenamientos
a Strava, con sus datos de potencia incluidos. “Según mi compañero de Optum
Brad Huff, alardear de tu potencia normalizada es el equivalente a que tu
esposa presuma de lo que mide tu pene; el número es siempre más grande que la realidad”,
humorizaba Woods en su blog. Está llamado a ser el sucesor de Hesjedal, su compatriota
más laureado en el ciclismo, y tal y como ha comenzado el año parece que este
portento físico no tiene techo. Tiene una gran capacidad aeróbica y, además de ser un
gran escalador, es muy explosivo. Se podría comparar, por sus cualidades
físicas, con Alejandro Valverde, aunque obviamente todavía está muy lejos del
nivel del murciano.
Woods tiene un amplio margen de mejora. Con su llegada a Cannondale, ha entrado en una
estructura en la que se va a cuidar su preparación hasta el más mínimo detalle. En mi opinión, al llevar tan solo 3 años en el ciclismo, veo muy probable que siga mejorando hasta muy pasada la treintena. También mejorará mucho su rendimiento en las contrarrelojes (su talón de Aquiles), disciplina a la que apenas ha dedicado tiempo en las escuadras continentales.
¿Hasta dónde puede llegar este corredor? Por su talento, convicción, y gran rendimiento en el Tour Down Under (468 vatios -más de 7w/kg- durante los 6:51 minutos de Willunga Hill), yo le auguro grandes éxitos en un fututo cercano. Está por ver cuál es su capacidad de recuperación en las grandes vueltas, pero sin duda será de los ciclistas que dispute las vueltas de 1 semana a los grandes nombres del pelotón. Desde luego, la forma de correr del Cannondale le viene como anillo al dedo. Podrá atacar, experimentar, y correr sin la presión que imponen a sus corredores equipos como el Sky o el Astana.
Señores, vayan acostumbrándose a oír este nombre, porque va a dar mucha guerra en las carreras los próximos años.
Señores, vayan acostumbrándose a oír este nombre, porque va a dar mucha guerra en las carreras los próximos años.