Cómo suele pasar cuando se junta lluvia con las clásicas belgas, en la última etapa del Eneco vimos ciclismo de espectáculo. De ese por el que esperamos con ansia cada primavera, esa época del año dónde florecen las épicas cabalgadas y los héroes convertidos en leyenda. Pero esta vez, en Septiembre, le tocó ganar a una flor marchita, una que en su día fue bella y de la que se cantaban maravillas. Porque casualidades de la vida hacen que, a la vez que los TUE's británicos, aparezca Boasson Hagen, una obra 'made in Sky', la más horripilante, un ciclista muy querido entre los aficionados, desgraciado por su propio equipo. Por ese mal hacer de los clasicómanos convertidos en gregarios de vueltómanos, por eso que también sufre Kwiatkowski, por lo que Swift no es ni la mitad de rápido de lo que prometía. Por todo eso celebraba con rabia una victoria que vale mucho más que una etapa del Eneco, por la misma razón por la que ganar en el Mortirolo o en Alpe d'Huez vale mucho más que una etapa del Tour, ganar en Geraardsbergen, ganar en el Kapelmuur y bajo la lluvia hace grande al noruego.
Jungels fue clave en la victoria de Terpstra |